SÍMBOLOS DE CULTURA Y LIBERTAD.

Nota editorial de Sendero Regional, destacando la importancia y la función social de las bibliotecas en las distintas localidades.

editorial senderoEn los días actuales, en los que la frivolidad, consumo y falta de incentivos avasallan a una buena porción de nuestra sociedad, las bibliotecas populares de los pueblos del interior se asemejan a obstinados baluartes, que siguen en pie dando batalla y cumpliendo la rica tarea de abrir las puertas al mundo de la lectura y por ende del crecimiento personal.
Con estructuras de funcionamiento similares, más allá de la cantidad de volúmenes que cada centro cuente, estos lugares abren incondicionalmente sus puertas a las comunidades en las que funcionan. Precisamente allí radica su principal valía y razón de ser.
En la vasta zona que abarca Sendero Regional y, con suma satisfacción, podemos apuntar a la existencia de este tipo de sitios en todas las localidades que constituyen este rincón de la Provincia de Buenos Aires.
En el caso de Lobería, la Biblioteca Popular Sarmiento lleva adelante una interesante tarea desde el lejano 5 de abril de 1918, cuando fuera creada.
Dependiente de la Comisión Nacional de Bibliotecas y administrada por una comisión directiva, la Sarmiento posee en sus estanterías nada menos que 35.000 libros, además de ofrecer Internet y fotocopiado de material. Unas 450 personas son socias de este centro, abonando 30 pesos por mes.
Dentro del distrito, más precisamente en San Manuel, la Casa de la Mujer y la Familia y La Biblioteca Popular aportan a la cultura con numerosos volúmenes y dictado de talleres especiales.
La Biblioteca Pública y Popular “José Hernández” se ocupa en Juan N. Fernández de brindar a la ciudadanía un valioso servicio.
De uso libre y gratuito para todos los vecinos, – se cuenta con 470 socios-, la institución pone a disposición de ellos 17.000 libros, Internet, servicios móviles (caja de libros viajera por los pueblos cercanos), videoteca y fotocopiado para los alumnos que van a hacer al lugar sus deberes o investigaciones. A su vez lleva a cabo periódicamente cursos, talleres, exposiciones y cine.
Finalmente, en este apretado recorrido no hay que olvidar el papel que lleva adelante la Biblioteca de La Dulce, fundada hace 41 años, y que hoy en día pertenece a la Fundación La Dulce.
Un constante crecimiento de su stock de libros de lectura de ocio y textos educativos (en este caso es una gran ayuda para los estudiantes universitarios, ya que libros para esas carreras suelen ser muy caros y la Fundación los compra, los alumnos los usan y cuando no los necesitan más los devuelven), conforman su rico material.
Un edificio moderno y cálido invitan a la población a hacer cotidiano uso de sus instalaciones, formando parte de un proyecto que detrás tiene el valioso apuntalamiento y sello de La Dulce Cooperativa de Seguros.
Más allá de los tradicionales libros presentes en cada lugar de la zona, las nuevas épocas empiezan a exigir de nuevos soportes y del acercamiento al mundo de la tecnología y el mundo virtual.
En este caso, recientemente la biblioteca loberense Sarmiento recibió la donación de una biblioteca digital de 24.000 libros, regalo que le realizara el vecino necochense Juan Ratti, hijo del recordado Egisto Ratti, uno de los primeros historiadores de esta región.
Desde los tiempos lejanos, tener a mano un libro significa contar con un amigo. Pero a su vez, da la posibilidad de cultivarse, aprender, moldear un criterio propio y educarse. Todas estas necesidades profundas para desenvolverse en la convulsionada vida moderna. Una llave que utilizada con inteligencia nos hace libres y felices. Y eso no es poca cosa…

CARLOS LABORANTI
Director Ejecutivo

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