En La Dulce un 26 de Mayo de 1968, a las 0.45, donde hoy funciona el Jardín de Infantes, nacía una niña de 2,800 kg, al grito pelado de “Viva la Patria”. Érase por aquellos años una Patria compuesta por 64 manzanas que nos hacían dibujar  sobre papel cuadriculado en la Escuela 42, con una cruz en la calle donde vivía: frente a lo de Doña Teresa, al lado del abuelo Francisco y del otro lado la casa del buenazo de Hugo Thomas.

El papá de la nena estaba embobado, el lechero de atrás de la vía, devenido en camionero, pescador, chacarero o lo que fuese por dar todo a su clan. Lo recuerdan por hablar con la “Z”, allá por el sudeste. La nena lo recuerda porque jamás volvió a ver en un hombre un corazón tan gigante que de tanto latir como un gong, salió volando y se hizo cielo, nube, universo.

Y mamá peluquera, depiladora, pies, manos, costurera, limpiadora serial, y los miles de etcéteras que hoy llamamos “multitasking”. En esa época se las conocía como: “mami”.

Todo transcurrió igual que con los compañeros que nacimos en esos años. Salvo que me convertí  en “yo”.

¿Y por qué elegí estudiar periodismo?…

No tengo la menor idea. Sólo sé que siempre estuve detrás de las noticias, intentando comunicarme y comunicar. Sé que una de las “culpables” puede haber sido la Petisa Raggio que me incentivaba a escribir relatos y poesías. Me los corregía fuera de hora y tomaba mate conmigo por las mañanas, mucho antes de la hora en que el secundario abría la puerta de chapa que daba al patio. Otra secuaz fue Blanca López, que nos hizo observar la luna durante un mes a la noche, en invierno (técnica pedagógica conocida como “si te cagas de frío no te lo olvidás más”) para la clase de biología. Quizás, ahora que lo pienso, la jefa, la estratega, de esa banda fue Rita Thomas. Sí, creo que ella fue la ideóloga. Me daba clases gratis de filosofía y de lógica. Me enseñó sobre la libertad, sobre la ética y me incentivó tanto la curiosidad por el conocimiento, que no pude retornar nunca más a la ingenuidad.

¿Elegí la comunicación o la comunicación me eligió a mí?

No sé si es importante la respuesta. Creo que lo que me importa rescatar es el alma de un pedazo de tierra, de un puñado de gente, que lejos de todo, con enorme voluntad y sin un mango,  lograba que sus hijos llegaran a la universidad. Así que me siento bendecida por mis dos familias, por mis compañeros, por mis profesores y por el eje cósmico, secreto, mágico, misterioso que hace de mi pueblo: La Dulce, el paraíso al que sé que voy a regresar.

Feliz día del periodista para todos y todas. Gracias a La Dulce Digital por la invitación y disculpas por no tener, a los 50 años, ninguna respuesta.

Andrea Fiadone