Hace una semana aproximadamente, con mi hija encontramos en el sendero, frente al «tinglado de Isidro», un pichón de benteveo y a un metro de distancia, el nido.

Sin entender qué habría pasado, mi hija puso el nido en un árbol y al pichón en su lugar. Durante toda la semana lo estuvimos observando y estaba bien alimentado y ya empezaba a cantar con más fuerza.

Hoy, como todos los días, cuando íbamos llegando al «árbol del pajarito», vimos algo en el piso que nos hizo sospechar lo que después confirmamos.

Otra vez el nido en el piso, el pichón a unos metros con algo parecido a sangre seca en el ojo y lo que es más triste aún, un benteveo muerto.

Claramente no se está cayendo, alguien está bajando los nidos matando los pájaros. Tal vez sea sin entender el daño que causan. Tal vez no sean demasiado conscientes de la falta de respeto con la que están actuando. Tal vez en sus casas no les contaron que a los animales se los respeta como a todos los seres vivos. Que no hay que dañar plantas o animales.

Tal vez tampoco sea demasiado tarde como para empezar a hacerlo. Por eso mi nota está dirigida a quienes tengan niños a cargo, para que no dejen la educación de sus hijos librada al azar. Muéstrenle que el respeto por la vida es el camino indicado.

¿Nunca pensaron en qué clase de adulto se convertirá un niño que no valora y respeta la vida ajena?