Ante tantos hechos de delincuencia que se viven o se dan a conocer en distintos puntos del país, el robo de plantines de un monumento, parece algo irrelevante o sin trascendencia.

El punto es: ¿Por qué?

¿Qué le lleva a alguien a robarse unos plantines que están hermoseando un espacio público? ¿O a romper las flores? ¿O a hacer pintadas en paredes ajenas?

Tanta falta de valores, de respeto y de educación dan pena. Y más en un pueblo como éste, donde todos nos conocemos y donde todos sabemos del esfuerzo de cada uno. Que no se valore y no se respete el trabajo de los demás o el espacio de todos, da pena.

Y no es por el valor económico de las plantas que molesta.

Molesta que haya gente que crea que puede hacer lo que se le ocurra con cualquier cosa. Molesta que sientan que tienen derecho a llevarse lo que no les pertenece. Molesta que vean una planta o una flor y la rompan. Molesta que tengan un tacho donde tirar las latas de cerveza o las botellas y las dejen esparcidas en cualquier lugar. Molesta que en lugar de usar el tiempo libre para acompañar las buenas acciones de los demás, lo usen para romper, robar o ensuciar.

Vayamos pensando qué le estamos inculcando a nuestros jóvenes, porque cuando tengamos un pueblo roto, sucio y descuidado, ya va a ser tarde.